Divorciada, madre y para completar: ¡hija, hermana y cuñada!


Desconcertada, con el tiempo del mundo en sus manos... y nadie a quien contarle.




miércoles, 21 de diciembre de 2011

Otra vez

Otra vez en casa. Qué bueno. Me recuperé. Al final era que me había atropellado un auto, camioneta, para ser más precisa.
Listado paara navidad:
ensalada Waldorf, ensalada César, ensalada con rúcula y peras, ensalada de tomates (porque el Lucho no como cosas raras)
budín sin almendras (para mi hermana la alérgica, que como es Licenciada no cocina sólo "licencia")
matambrito relleno (porque Rosario dice que así es como si estuviera todavía al abuelo -Dios nos libre nos guarde y no lo suelte)
vitel toné (para Cata, para recordar al finadito que la amaba con locura, con locura por el vitel toné)
pollo relleno -calentito- (para mi hermano el mayor que no come nada frío)
mixtos de jamón y queso (porque los chicos no comen lo que comen los grandes, les da asco)
¿Por qué no se van todos a cagar?


---Otra vez en Navidad y el pescado sin vender
---No seas grosero Lucho. ¡Encima que hace como quince años que te hace el tuco la cargás! Ya te dije, no es por vos Bea no es por vos pero ya le dije que con el climaterio estoy engordando que el tuco y los tallarines del domingo son veneno mirá, veneno para mí. No es por vos Beas querida pero son veneno ¿Podría ser un  poco solidario no te pareece?
---Sí Marta
Y de paso dejarse de joder con el tuco "como lo hacía la abuela" que después lo repetimos hata el lunes a la tardecita cuando finalmente nos decidimos a tomarnos una hepatalgina.
---¿No lo podés hace más livianito?
---En eso pensaba.
Más liviano sería dejar de tener que levantarme a las siete de la mañana para que el tuco cocine las cuatro horas a fuego lento así todo se "concentra", como decía la Cata cuando todavía el tuco no se le había ido por la arterias hasta el cerebro.
Cata empequeñece desde hace años. Se va a chicando, yo creo que va a desaparecer. La Cata no se va a morir va a desaparecer en el aire. Mientras tanto, con el cerebro que le irriga poco (así dice la abuela Rosario), la Cata la pasa de diez ajena a la cotidianeidad y las buenas costumbres que solía tener antes de enfermarse.
A Cata le gusta ver las novelas, si tiene un buen día, si no, le gusta sacar la lengua, escaparse, putear, contar una y otra vez cómo el abuelo le pidió casamiento o cómo logró que las chicas del pueblo se secaran la henagua de abajo, porque en su época las mujeres usaban una henagua de la cintura para abajo y otra tipo vestido debajo del vestido.
Lucho tiene la teoría de que no fue el tuco lo que le frió el cerebro a Cata, sino andar de negro cuatro años cuando murió el abuelo. Es que el abuelo murió en pecado mortal y además pecando con la Cata, claro que esa historia está guadada bajo siete llaves, o eso cree la abuela Rosario, que fue la que le aconsejó que dijera que se despertó por un ronquido de él y salió a buscar al médico que vivía enfrente y cuando llegaron, corriendo, el abuelo ya estaba muerto. En fin, después de todo, las tres cuartas partes de la historia es cierta: ella salió corriendo hasta la casa de enfrente que era donde vivía el médico. Cuando llegaron el abuelo estaba muerto, y no tenía precisamente una sonrisa, porque ese asunto de que morir a mitad del coito es una muerte feliz, también es un mito.