Divorciada, madre y para completar: ¡hija, hermana y cuñada!


Desconcertada, con el tiempo del mundo en sus manos... y nadie a quien contarle.




jueves, 22 de marzo de 2012

Y para completarla

Y para completarla a la "nena" la dejó el novio que era medio tarado, pero era novio al fin y al cabo. Al pibe se le habían quemado un par de neuronas porque se le murió el padre en un accidente  otro par porque le da al fernet con cola como si se estuviera limpiando con agua bendita y el último par que le quedaba porque la madre se apalomó con un gordo que no trabajó en su real vida de mantenido eterno.
No sé bien qué pasó, no sé si la nena le metió los cuernos (cosa que no me extrañaría) o si el pibe tiene delirio de persecución, la autoestima baja, o sufre alucinaciones.
Lo cierto es que hace diez días que mi hija llora como una Magdalena, lo cual no sería nada grave si no anduviera llorando no solo por la casa sino también por la calle, en el colectivo, en el aula en la facultad y en supermercado. 
Inútil tratar de convencerla de que el pibito no la merece, que seguro que no tiene la menor idea de qué hacer con el cuerpo de una mujer (tetona además).
Inútil decirle que se le va a pasar, que va a encontrar un tipo en serio, que mejor perder que encontrar a un señorito que te dice negra puta en medio del boulevard y delante de los amigos que se doblan de la risa en la cara ella. Inútil, la piba lo sigue a sol y a sombra, a la universidad, al boliche, al fútbol;  le cae en la casa; cae, esa es exactamente la palabra porque el mozito le dio un empujon y la hizo caer por la escalera.
Ya fui a un psiquiatra y a una psicológa, y hasta a un cura sanador. Nada, solo llanto y para colmo duerme en mi cama lo que significa que recibo patadas toda la maldita y larquísima noche. Además,  mientras escribo esto la abuela Rosario no tiene mejor idea que estar barriéndome entre los pies, para recordarme que hoy no barrí. Mi madre llama cada media hora para ver cómo está el "asunto", el asunto es mi hija, claro está y la Cata, para consolarla, le cuenta cómo se le declaró el abuelo y cómo no le dejó tocarle ni una uña hasta el casamiento y qué asqueroso es eso de que anden toqueteando toda.
Las amigas vienen a casa a llorar con ella y si no, la llaman y lloran por teléfono justo al ladito de la tele cuando yo, rendida y medio drogada con mis pastillitas bipolares, intento distrerme viendo cómo lloran por sus respectivos galanes, las protagonistas de las novelas de la tarde.
Hijas y sus Novios, mala combinación para la bipolaridad.

jueves, 15 de marzo de 2012

Al final era Bipolar

no, la Cata no, la Cata es vieja nomás y le irriga mal; yo soy la Bipolar, según mi médico que no, no es psiquiatra, es dermatólogo -me atiende por la rosácea, bueno, antes del diagnóstico B. era rosácea, ahora parece que el asunto en la piel, tiene que ver, junto con cada uno de mis actos, decisiones, sarpullidos, indigestiones, lágrimas, puteadas, compras y la simple y persistente mala suerte, con la gran B., la de BIPOLAR.
El tipo me enchufó el diagnóstico sin anetesia, dice que la autoestima baja, tan evidente por mi estado -qué estado si hasta me teñí antes de la consulta-, no tiene nada con ver con las veces que me han dicho idiota o inútil desde que nací.
Dice que gritarle a mi hija porque si no con los auriculares puestos no me escucha no es normal, es una de los síntomas de la manía. Que si un día me levanto cantando porque decido má sí, me tomo el día para cantar aunque el  mundo sea una porquería, eso no es sensatez como yo pensaba, eso es manía, y si me levanto y decido autocompadecerme porque mi marido me fajaba y ni siquiera lo dejé yo, me dejó él -y se quedó con todo, y hablo de lo material,  no de la autoestima, que también se la quedó, pero un acto de generosidad que tuvo me dejó la culpa- eso  -el cantar- también otro síntoma de la B.
Si mis hijos no me dan bola; mi madre dice que soy la decepción de su vida; la abuela Rosario me hace acompañarla a la misa de la mañana y de la tardecita porque tengo mucho por qué rezar; la Cata se mea encima y después se me caga justo sobre el acolchado recién lavado;  si en lugar de bajar, subí de peso mientras me moría de hambre; todo eso no justifica una simple tristeza por un día, no señor, eso es depresión.
Y así, como todo es manía o depresión, estamos ante la B. y por lo tanto hay que medicar. Y me medicó.
Ahora me doy con a una pastillita blanca para no estar triste y con una anaranjada para no estar demasiado alegre.
Tengo la boca como si fuera de papel y me veo como si tuviera ictericia, porque las inofensivas pastillitas provocan efectos secundarios como boca seca, irritación, engordar, insomnio, teñido de la piel de color amarillo. Encima y para completarla,  disminuyen o más bien anulan el deseo sexual, ahora ni esa sana diversión de hacerme el coco con los galanes de las novelas de la noche mientras me imagino que es a mí a quien besan voy a tener. Me pregunto ¿ ahora me van a dar asco?
 ¿El asco a ver besarse a otros mientras una no tiene con quien besarse es depresión o manía?
 Se lo voy a preguntar al dermatólogo