Todo este tiempo ¿dónde estuve?, en la gloria, revolcándome -literalmente- en la gloria. Ajena, sorda, ciega...en la gloria. Entretanto Remedios se fue a la tumba esa que se compró después de enviudar y que lustraba todos los domingos -porque hasta placa tenía, una igualita a la del finado-, y lo hacía lo de lustrarla, digo, con el mismo trapo con el que había encerado la de su marido, para aprovechar toda la cera, según decía.
Y yo, ni una lágrima, es que estaba en la gloria, digo estaba porque ya no lo estoy más.
Ahora resulta que de golpe y porrazo estoy en el en el purgatorio. Después de tantas y tatas vueltas en la cama, otra vez sola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario