Divorciada, madre y para completar: ¡hija, hermana y cuñada!


Desconcertada, con el tiempo del mundo en sus manos... y nadie a quien contarle.




sábado, 2 de julio de 2011

Casarse después de los curenta IV

Mi prima la Vero se casó otra vez y a los cuarenta, la fiesta fue bien sencilla, con un puñado de parientes, de los que viven cerca los que van quedando, y el cura, que pasó por alto lo de la broma del beso y se apareció a comer.
Fue este un casamiento no con dos colas sino con dos tortas porque la envidiosa de mi hermana la soltera se pareció con una mas alta que la que yo hice pero no tan emountillada de azúcar, tampoco tenía los novios de porcelana paraditos sobre un campito de flores. Y mi prima que se había animado a reincidir en el matrimonio, bailó un vals, que  le llevamos a escondidas y repartió ligas y todo venía bien hasta llamó a mi herna para ponerla azul que como todo el mundo sabe se le da a la solterona más deseperada. Yo me reí y madre y mi hermana hace diez días que no me hablan.
   De la fiesta quedó, como de todas las fiestas, algunos restos, esos recuerdos que uno guarda en cajones, la parejita de novios, un puñadito de fotos -las que sacó la vecina parque las que me sacó mi hermana están fuera de foco, la piba hacía foco en el santito de la pared y a los novios los sacó borroneados en todas-, la hebilla a la que le habíamos  pegado perlita por perlita hasta quedarnos sin ojos y   un pimpollo de rosa y amarillo que sobrevivió al ramo. 

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