Me mira no me mira, me mira no me mira, me mira ni me mira.
Qué que qué escribí, nada, voy al taller a ver al morocho. El morocho se llama Alejandro y...es siete años menor que yo. No me mira; yo lo miro.
Qué que qué leí, nada, de noche abro un libro y pienso en el morocho y está bien, lo confieso, ya practiqué con la almohada cómo lo voy a besar después de bajar diez -o por lo menos cinco- kilos y teñirme de rubia. ¿Dónde dejé esa dieta infame que me preparó la nutricionista?
No hay comentarios:
Publicar un comentario