Divorciada, madre y para completar: ¡hija, hermana y cuñada!


Desconcertada, con el tiempo del mundo en sus manos... y nadie a quien contarle.




viernes, 12 de octubre de 2012

Volver

con la frente marchita pero no a la casa de la vieja sino a la adolescencia, resulta que el morocho me tine pegada al e-mail y al facebook a ver si me escribe o  comenta algo. Además tengo sueños de esos, sí de esos de los que hacen que te despertés con el corazón en la boca justo antes de el gran final.
No hago más que suspirar (y aguantarme las ganas de comer);  contar las horas hasta tenerlo en frente (y aguantarme las ganas bárbaras de comer la torta que acabo de sacar del horno); imaginármelo prolijito y perfumado y sonriéndome (y aguantarme las ganas de comer el bizcochuelo que ahora está relleno de dulce de leche);  ahora que lo pienso en la adolecencia ya me hubiera comido la torta porque por aquellos años no engordaba.

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