Divorciada, madre y para completar: ¡hija, hermana y cuñada!


Desconcertada, con el tiempo del mundo en sus manos... y nadie a quien contarle.




jueves, 2 de septiembre de 2010

Cinco de la tarde

Llueve, los chicos están en Inglés, la tele está encendida (como siempre) y mi madre acostada (en su casa, por suerte), porque está resfriada, por suerte así no me cae como quien no quiere la cosa.
Tengo una hora para mí, todo una hora ¿Qué hago?, duermo; no, no, mejor me baño y me hago un baño de crema, y me depilo, que si me muero ahora que si se viene el fin del mundo y me muero ahora y me encuentran van a pensar que dieron con el eslabón perdido.
Ya sé mejor me siento a mirar cómo sufren los que están en la tele de la tarde y aprovecho el tiempo comiendo o haciendo gimnasia; no gimnasia no, mejor unos mates sin bizcochos gimnasia no a ver si me desgarro algo. Si Dios hubiese querido que hiciéramos gimnasia nos habría hecho de goma eva o elástico.
¿Y si me abro un blog, un blog al que hablarle y que me escuche no como mi hija?

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