Divorciada, madre y para completar: ¡hija, hermana y cuñada!


Desconcertada, con el tiempo del mundo en sus manos... y nadie a quien contarle.




viernes, 24 de diciembre de 2010

24. Seis de la mañana

Amaneció nublado y con pinta de que el mundo se viene abajo, al menos no nos estamos asando. Perdí en el sorteo así que me tocan las misas no es que me moleste ir a misa me gusta la misa de Navidad pero para Navidad la abuela Remedios va misa a cada rato arranca el 24 y termina el 26 lo que no molestaba a nadie hasta que los más viejos que eran los que iban con ella empezaron a morirse y tuvimos que idear un sistema justo para ver quién la acompañaba que terminó siendo el sorteo que es infalible, infalible para que pierda siempre yo. Lo peor es que hay que llevar a la abuela Cata que como no le irriga se pierde y le entra a dar la paz a los santos, pero la abuela Remedios dice que no importa que no le irrigue que la fe no está perdida está ahí aunque esté poco irrigada y que Dios la va perdonar.
El año pasado la Cata le zampó un beso en la boca a un tipo que tenía al lado porque por la falta de irrigación se olvida que desde lo de la gripe A, la paz se da con un apretoncito de pano no con un beso, que de paso era en la mejilla no en la boca, lo que pasa es que a la Cata las misas de navidad le traen recuerdos de cuando le irrigaba bien no solo el crebro sino todo lo demás y cansada de esperar que el abuelo se le tirara encima, porque en esa época no se acostumbraba hasta el día del casamiento, aprovechó la confusión de la misa de navidad y le puso un chupón que le levantó la sotana al cura del pueblo que los casó a la semana siguiente.
Escucho las campanas y la voz de la abuela Remedios, las dos llaman a misa, me voy.

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